por Jmlozano » Mié Oct 15, 2008 11:50 am
Hablais de que el trabajo de maquinista tiene, como todos los demás, sus ratos buenos y malos. Yo no conduzco trenes, pero os voy a contar lo que me pasó hace ya bastantes años, pensando sobre todo en la situación vivida por el maquinista de una 7500, que circulaba en solitario allá por el año 1964, con dirección a la Estación del Norte de Madrid, justo antes de llegar al Puente de los Franceses.
En aquella época yo tendría unos doce años. Me gustaban (y me gustan) tanto los trenes, que en cuanto podía, con mi padre, nos ibamos a la Casa de Campo, que comienza prácticamente donde finaliza el indicado Puente de los Franceses. La via cruza por una elevación de unos quince metros que en aquella época era muy fácil de subir, sin protección ni valla de ninguna clase. Podeis imaginaros que en cuanto ví llegar desde lejos a una máquina grande, de color verde, que además era la que más me gustaba de todas las que contínuamente pasaban por allí, ante un descuido de mi pade, me puse a correr como un poseso para poder verla de cerca antes de que pasara.
Imaginaos la cara que debió de poner el maquinista al ver aparecer de repente al lado de la vía a un crio corriendo, como si fuera a cruzarla sin
más. El frenazo que metió fue de órdago, pues todavía recuerdo el olor a hierro caliente...
Yo me quedé a escasos dos metros de la vía; la máquina, más o menos a unos diez metros de mi. De repente, yo ví aprecer al maquinista asomándose por la ventanilla diciendome de todo menos bonito... Al cabo de unos segundos, viendo que yo no reaccionaba ( pues ante la visión de tener tan cerca aquel conjunto de remaches me quedé embobado ), ya que ni me había dado cuenta de lo que había hecho este hombre, me dió un pitido que me hizo despertar al instante, y le miré a la cara. Entonces se debió de dar cuenta de que yo no era un "pequeño suicida" sino que, pese a mi edad, era uno de esos locos por los trenes a los que estaría ya acostumbrado. A partir de ese momento solo queda en mi memoria que arrancó de nuevo la máquina después de hablar con alguien que iba dentro de la cabina, y al pasar a mi lado (yo no me había movido) volvió a accionar el silbato y me dedicó una amplia sonrisa, al mismo tiempo que me dijo algo así como "Adios Chaval, la próxima ten mas cuidado...."
No os podeis imaginar como me gustaria conocer o haber conocido a este hombre. Al mismo tiempo de pedirle disculpas por aquello, le daria un muy fuerte abrazo...
Saludos.
JML.